El Parque Infantil en Villavicencio, tenía una rueda giratoria para niños, que a algunos de nosotros nos enseñó las consecuencias del vértigo y la fuerza centrífuga, aquellas montadas no pocas veces terminaron en vómitos, moretones y suturas entre los más arriesgados. Muchos de nosotros ya habíamos sobrevivido al columpio y a la lata oxidada del rodadero. Pero también había otros más tranquilitos que se conformaron con el balancín o jugando en la tierrita. En todo caso este era un lugar feliz desde ese entonces,  Siempre fue un momento feliz el de ir hasta allí.

Para nosotros era natural que estuviese siempre esa gran sombra  de la ceiba cubriéndolo todo. Los parques se hacían en donde estaban los mejores árboles, las casas se distribuían de manera que se pudiera preservar alguno de estos palos en el patio o en el jardín;  mangos o catleyas componían las zonas sociales de las mejores casas y hasta allí llegaba la gente a refrescarse en la hora de las visitas. Los árboles eran un miembro más de la familia.

Hoy continúa dando sombra este bello árbol. Aún van los niños a realizar sus pequeños paseos por allí, pero estos parques ahora son diferentes, ya no tienen aparatos de entretenimiento. Con el tiempo se convirtieron en ese patio que desapareció de las construcciones  modernas, se podría pensar que por esto, muchos viejos van allí a reposar sus nostalgias. Por suerte por acá, aún hay a dónde ir a sentarse bajo una buena sombra. Además por allí en sus alrededores hoy prosperan algunos de los nuevos sitios para merendar.