Bambú de la Plaza Libertadores

Me gustan los bambús, se oyen como una coreografía de sables, como un ejército de viento  siempre en guardia. Lanzas de dragones en posición de defensa y lluvia a de dagas de oro apenas reverdecidas por la clorofila que armonizan con los destellos que se filtran intermitentemente en el contraluz. Un magnífico astillero de sobra dinámica, una brigada de bastos que presagia la rivalidad entre los cercanos o la sintonía entre los distintos y sin embargo estar a su sombra es como sentarse a escuchar el río al estilo de Siddhartha.

En esta plaza Los bambús velan a cuatro esquinas, Son los caballos del Samán, son su enroque ante el acecho urbano, y sin embargo su altivez está en la discreción,  porque a pesar de que por allí desfilan todas las fichas de esta ciudad con sus grandezas y pequeñeces y de que en esta plaza se han jugado las correspondientes partidas,  tales gramíneas son apenas  parte del paisaje, ni ídolos, ni edecanes, si acaso personajes.